miércoles, 14 de julio de 2010

Dinan-Rennes-Vannes-Nantes

Ayer no pude escribir porque no funcionaba Internet en el aprtahotel en el que estuvimos, y hoy no puedo subir fotos, porque el que hay en este hotel va ha velocidad tortuga...

En Saint-Malo nos levantamos tempranito porque nos regalaban el desayuno y teniamos muchas cosas que ver. Al primer sitio que fuimos fue a Dinan, un pueblo con un encanto especial, un especie de traslado medieval, con sus calles de piedra, sus casitas de cuento, etc. No nos paramos demasiado porque no era demasiado grande y tampoco teniamos muchos tiempo.

Después de una hora en aquel pueblo, nos fuimos a Rennes, capital de la Bretaña, y como tal, una ciudad llena de tiendas y calles modernas, por lo que nos fuimos en seguida, teníamos mucho que hacer y poco tiempo. De todos modos, nos dimos una vuelta y vimos el ayuntamiento, la opera y el parlamento, sus monumentos más importantes, y algunas de las casas típicas que vamos viendo por todo el viaje.

La siguiente parada fue Vannes, situado en otra época, la Edad Media, con sus murallas, su castillo y sus casas pintorescas. Además, tuvimos la suerte de que eran las fiestas históricas del pueblo, y todo el mundo iba vestido con los trajes de la época, del mismo modo que nosotras nos vestimos de gitanas en feria. Otra zona que me encanto fue la del puerto, que en el pasado sirvió a los piratas más astutos para invadir la zona.

Aquí comimos, como todo el mundo hace, unos sandwichs (bocadillos), ensaladas, croques, etc. y sentados en un parque, o un banco disfrutando del paisaje. Lo mejor de los viajes es seguir las costumbres de los que te rodean, te hacen disfrutar más y sacarle mayor partido.

Ya por la tarde fuimos a Nantes, una ciudad muy grande, y que hasta la Edad Media fue capital de la Bretaña. Como aún nos quedaba un largo trecho y estabamos muy cansados decidimos coger un tren que nos enseñara y explicara la ciudad. Y bien que lo hizo, un viaje de 45min que sin duda merece la pena, porque te la explica bien a fondo y no deja atrás ningun rincón que merezca la pena de la ciudad.

Hicimos las últimas compras de los productos del país (que podríamos llenar una maleta con todos los que llevamos) y nos pusimos rumbo a La Rochelle, a más de 2h de camino, y más con el tráfico que pillamos a la salida de esta ciudad, que tenía toda la pinta de ser una ciudad sólo de trabajo, de donde la gente huia al atardecer para olvidarse del bullicio.

Finalmente llegamos a La Rochelle, para descansar, alas 11h estabamos durmiendo, nos están quedando la sfuerzas justas.

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